¿Hasta qué edad es conveniente que un hijo/a duerma con sus padres? La decisión de permitir que el/la pequeño/a duerma con sus padres es una elección personal y cultural que puede variar en el mundo. Sin embargo, hay algunas pautas generales que pueden ayudar a los padres a tomar una decisión informada, respecto a los límites del colecho.
Primero, se recomienda que los bebés y los niños pequeños duerman en la misma habitación que sus padres durante al menos los primeros seis meses de vida, y preferiblemente hasta el primer año.
Esto se debe a que los bebés tienen necesidades especiales de atención durante la noche, como alimentación y cambios de pañales, y tenerlo cerca puede facilitar estas tareas, así que en estos primeros 6 meses es útil y practico.
A partir de los seis meses a un año:
algunos padres eligen trasladar al bebé a su propia habitación. Sin embargo, esto puede variar según la familia y la cultura. Algunos padres pueden preferir por seguir durmiendo con su hijo o hija durante más tiempo, por ejemplo, por razones culturales o por comodidad. En general, se recomienda que los niños pequeños tengan su propia cuna o cama a partir de esta edad y que se les enseñe a dormir solos para promover su independencia y habilidades de sueño, las cuales serán vitales a lo largo de su vida.
En cuanto a la edad máxima,
no existe una edad límite establecida para que un hijo o hija deje de dormir con sus padres. Sin embargo, a medida que los niños crecen, es importante fomentar su independencia y habilidades para dormir solos. Algunas familias pueden optar por tener una política de “sin cama de los padres” a partir de cierta edad; mientras que otras, pueden permitir que los niños duerman con ellos de forma esporádica, por ejemplo, en noches de tormenta o cuando están enfermos o en planes como pijamadas.
Es importante tener en cuenta que dormir con un hijo o hija puede tener beneficios como mejorar el vínculo afectivo entre los padres y los hijos, así como promover un sueño más reparador para el bebé. Sin embargo, algunos estudios sugieren que el colecho puede estar asociado con problemas para conciliar el sueño en niños mayores, especialmente si se ha practicado durante mucho tiempo y se interrumpe de repente. También se ha observado que algunos niños pueden desarrollar miedo a dormir solos después de haber compartido la cama con sus padres durante mucho tiempo.
También dormir con los hijos de forma prolongada puede afectar la intimidad de la pareja (cuando ambos padres viven juntos o cuando los padres separados han reiniciado su vida amorosa) y también puede dificultar la transición a dormir solos del niño o niña. Además, si el niño o niña tiene problemas de sueño o ansiedad, puede ser beneficioso consultar a un especialista para obtener asesoramiento y tratamiento adecuados.
A partir de los 3 años:
dormir con los padres, puede hacer que el niño no desarrolle su individualidad ni la seguridad en sí mismo, esto puede generar dependencia por parte del niño. Dormir en la misma cama que los padres evita que el niño aprenda nociones mínimas acerca de privacidad.
Aunque la polémica sigue vigente, parece que los profesionales se ponen de acuerdo en afirmar que un niño debe dormir solo antes de iniciar la educación primaria, es decir, a los 5 o 6 años.
Muchos padres duermen con sus hijos para que no tengan miedo durante la noche, para sentirse más seguros o simplemente porque desde que nacieron han adquirido el hábito de dormir juntos en la misma cama. Sin embargo:
– Esta práctica interfiere en la calidad del sueño del niño por lo que no es recomendable.
– No potencia la autonomía e independencia del niño sino todo lo contrario. Como padres, tenemos la obligación de criar hijos responsables, autosuficientes e independientes y, dormir con nuestros hijos dificulta que lo sean.
– Potencia que los niños adquieran miedos y manifiesten una conducta de dependencia hacia sus padres.
– Si los niños duermen en la cama con sus progenitores es posible que su sueño se vea interrumpido en varias ocasiones durante la noche debido a los movimientos que los padres hacen en la cama, ronquidos, tos, calor, incomodidad, etc. ¡Cuidado!, un sueño superficial y con interrupciones continuado puede conllevar a que el niño desarrolle problemas de sueño como por ejemplo insomnio
A los 7 años,
por otra parte, el niño es muy grande físicamente para caber en la cama con ambos padres. Además, después de esta edad comienzan también algunos cambios físicos que determinan las características sexuales en los niños y las niñas. En esta etapa de pre pubertad, entre los 7 y 10 años, el cuerpo se preparará para los cambios hormonales que ocurrirán en la adolescencia, así que esa privacidad que tienen al tener su cuarto solos, se ve coartada al seguir aun en cama de sus padres.
RECOMENDACIONES PARA QUE UN HIJO O HIJA SEA NIÑO O ADOLESCENTE NO DUERMA CON SUS PADRES
Si un hijo se niega a salir de la cama de sus padres, es importante abordar el problema para ayudar al niño a desarrollar habilidades de sueño saludables y fomentar su independencia. A continuación, se presentan algunas recomendaciones para ayudar a los padres a fomentar la independencia y habilidades de sueño de sus hijos, lo que puede ayudar a evitar que los hijos duerman con sus padres:
Establecer rutinas de sueño:
Establecer horarios regulares para acostarse y levantarse, así como establecer rutinas de sueño consistentes, puede ayudar a los niños a desarrollar hábitos de sueño saludables. Realizar practicas de higiene de sueño son útiles en esos casos.
Enseñar a dormir solo:
A partir de los 6 meses, se recomienda enseñar a los niños a dormir solos. Puede ser útil colocar al bebé en su propia cuna o cama, en su propia habitación, para ayudarlo a acostumbrarse a dormir solo.
Evitar la cama de los padres:
Los padres pueden establecer una regla de “sin cama de los padres” para ayudar a fomentar la independencia de sus hijos. Pueden explicar que cada uno tiene su propia cama y habitación y que cada uno necesita dormir en su propia cama, y que el hecho de que estén en camas y cuartos diferentes no significa que los papás no estén con ellos.
Fomentar la independencia:
A medida que los niños crecen, es importante fomentar su independencia y habilidades para dormir solos. Los padres pueden alentarlos a dormir solos y a ser responsables de sus propios hábitos de sueño. Pueden ofrecer recompensas positivas por dormir en su propia cama y demostrar su confianza en que el niño puede hacerlo.
Proporcionar un ambiente cómodo para dormir:
Asegurarse de que los hijos tengan una cama cómoda, un ambiente tranquilo y oscuro para dormir, puede ayudar a fomentar hábitos de sueño saludables.
Establecer límites claros:
Es importante establecer límites claros y consistentes en cuanto a los hábitos de sueño. Los padres pueden explicar que cada miembro de la familia tiene su propia cama y habitación y que cada uno debe dormir en su propia cama. Los padres pueden explicar que el niño necesita dormir en su propia cama y establecer una regla de “sin cama de los padres” para ayudar a fomentar la independencia del niño.
Evitar la sobrecarga emocional: Es importante evitar la sobrecarga emocional, como amenazas o castigos, ya que esto puede aumentar la ansiedad del niño y empeorar el problema. Practicar técnicas de relajación como la meditación, la respiración profunda o el yoga pueden ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, y facilitar la conciliación del sueño.
Buscar ayuda profesional si es necesario:
Si los hijos tienen problemas de sueño o ansiedad, puede ser útil buscar ayuda profesional para obtener asesoramiento y tratamiento adecuados.
Es importante tener en cuenta que cada familia es única y que las decisiones sobre los hábitos de sueño pueden variar según las necesidades y preferencias individuales. Sin embargo, fomentar la independencia y habilidades de sueño de los hijos puede ayudar a promover una mejor calidad de sueño y a evitar que los hijos duerman con sus padres de forma prolongada.
Recuerda que esta práctica luego de cierta edad entorpece el desarrollo evolutivo del niño. Esto es, a partir de determinadas edades como los siete u ocho años. Los niños necesitan desarrollar su espacio y acostumbrarse a él. Dormir a los 12 años y más con los padres ya se considera «patológico».
Los niños mayores que duermen en la cama de sus padres suelen ser más inseguros y tienden a ser adultos que no confían en sí mismos. No solo afecta la autoestima y la confianza, sino también crea una relación de codependencia y puede hasta causar inestabilidad en las relaciones de pareja en su adultez.
En resumen, para ayudar a un niño o adolescente que se niega a salir de la cama de sus padres, es importante establecer límites claros, crear un ambiente cómodo para dormir, establecer una rutina de sueño, alentar la independencia, evitar la sobrecarga emocional y buscar ayuda profesional si es necesario. Con paciencia y consistencia, se pueden fomentar hábitos de sueño saludables y ayudar al niño a desarrollar la independencia y habilidades de sueño necesarias.
AHORA, ¿QUE TAN PRUDENTE ES QUE UN HIJO O HIJA MAYOR DE EDAD COMPARTA CAMA CON ALGUNO DE SUS PADRES?
En general, compartir cama con un padre, especialmente si es mayor de edad, no se considera una práctica común o apropiada. La mayoría de las personas consideran que es importante mantener ciertos límites en las relaciones familiares, incluso en la intimidad.
Aunque las relaciones familiares pueden variar de una familia a otra y lo que puede ser considerado apropiado en una familia puede no serlo en otra, en general, compartir cama con un padre no se considera una práctica común o recomendable.
Es importante que los padres establezcan límites claros y saludables en su relación con sus hijos, lo que incluye respetar la privacidad y la independencia de sus hijos, incluso cuando ya son adultos.
Si el/la hijo/a y el padre están experimentando cierta incomodidad con esta situación, es importante hablar al respecto y encontrar una solución que respete los límites y necesidades de cada uno.
Además, incluso si ambos están cómodos con esta situación, puede haber consecuencias emocionales o psicológicas a largo plazo para el/la hijo/a, especialmente si esto se convierte en una práctica regular o si comienza a sentirse incomodidad o presión en algún momento.
Por lo tanto, es importante considerar cuidadosamente los límites y las expectativas en las relaciones familiares, incluso en la intimidad, y buscar ayuda profesional si se presentan preocupaciones o inquietudes.
Es importante destacar que el colecho en sí mismo no es un factor que predisponga o lleve necesariamente a un comportamiento incestuoso. El colecho es una práctica en la que los padres duermen con sus hijos en la misma cama o en la misma habitación, y aunque puede haber beneficios para el vínculo afectivo entre los padres y los hijos, es importante mantener límites claros y respetar el espacio físico y emocional de cada uno.
El incesto entre padres e hijos es un comportamiento aberrante y perjudicial que puede tener graves consecuencias emocionales, psicológicas y físicas para el/la hijo/hija involucrado. Las causas del incesto pueden ser complejas y multifactoriales, y pueden variar de un caso a otro.
Esta práctica sexual entre parientes cercanos,
es considerado un comportamiento inapropiado y moralmente reprobable en la mayoría de las culturas y sociedades del mundo. En algunos casos, puede estar relacionado con problemas psicológicos o emocionales del padre/madre, como trastornos de personalidad, abuso de sustancias o experiencias traumáticas en su propia infancia.
En otros casos, el/la padre/madre puede ser una figura dominante y controladora en la vida de su hijo/a, lo que puede llevarle a sentirse atraído/a por él de manera inapropiada. También puede haber factores culturales o familiares en juego que pueden hacer que el incesto parezca aceptable o normal en ciertos contextos.
El tratamiento:
En términos de tratamiento, el incesto es un delito grave que debe ser reportado a las autoridades.
La víctima debe recibir tratamiento para lidiar con los efectos emocionales y psicológicos del abuso, y el/la madre debe recibir tratamiento para abordar cualquier problema subyacente que pueda haber contribuido al comportamiento abusivo.
Por lo tanto, es importante establecer límites claros y respetar la intimidad y los roles familiares adecuados.
Si bien, la mayoría de los padres que practican el colecho no experimentan problemas de este tipo, es importante tener en cuenta que, el incesto es una práctica inapropiada que puede tener graves consecuencias para los hijos y la familia en general.
Por último, es importante buscar ayuda profesional:
Ya sea que consideres si los límites y estrategias con tu hijo para ayudarlo a independizar de tu cama no han funcionado; así como si sospechas que tú o alguien cercano está involucrado en comportamientos abusivos de este tipo.
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